(TL;DR) Casi todo estaba a favor; las ganas, la motivación, los entrenamientos, la fuerza, la cabeza, los ánimos de toda mi gente… pero desgraciadamente no pudo ser, el atletismo es así de cruel y de duro. No es que quiera ponerme dramático en mi entrada por no haber podido alcanzar mi objetivo de sub 3 horas en la maratón, pero a pesar de todo, ahora, en frío y analizando la carrera, estoy satisfecho del trabajo que he realizado. Pero esa espinita interna, aunque frágil, se me quedará clavada durante mucho tiempo.
Mi día empezaba teóricamente a las 5:00 A.M, con la alarma del despertador 3 horas y media antes de la carrera para tomar un buen desayuno tranquilamente y con tiempo para digerirlo. Y digo teóricamente, porque en realidad empezó a las 2:30 A.M, con el maldito insomnio que días antes empezaba a notar, debido principalmente a los nervios, y a hacerme levantarme durante las noches, costándome horrores volver a conciliar el sueño.

Una vez desayunado y ya con todo preparado, quedamos con toda la gente con la que nos dirigimos al parking de la zona alta de Av. Maria Cristina (no sé como se llama esa zona). Una vez allí, lo cogemos todo y ya empezamos a separarnos, las liebres para su zona de briefing y nosotros para una de las dos torres venecianas. Allí, junto con los otros tres compañeros del club, recibimos las últimas instrucciones del entrenador y nos dirigimos hacia nuestros respectivos cajones de salida.

Muchísimos nervios antes del pistoletazo de salida y esos minutos ahí parado se me hacen eternos. Dan la salida, ya no hay marcha atrás, el reto ha comenzado. Pasan los primeros kilómetros y voy muy fresco, algo normal. Adelanto a dos liebres que llevan el globo de 3 horas de forma fácil, sin apretar nada. Más adelante veo a las otras dos liebres con el otro globo de 3 horas, así que voy a por ellas. Sobre el kilómetro 4 ya las he pasado y sigo a mi ritmo, en teoría muy fácil y cómodo. Me encuentro con parte de mi gente que están a la altura de diagonal animándome.
Paso el kilómetro 5 en 20:59, a ritmo de 4’12”. Perfecto, es el ritmo ideal.

Sigo tirando, y ahora toca una zona de ligera bajada, aunque procuro no soltarme mucho y me contengo, me noto con fuerzas, pero sé que todavía queda mucho. Antes de darme cuenta ya estoy pasando por el kilómetro 10 en 41:80, haciendo el último parcial en 20:49, a ritmo de 4’10”. Miel, aunque no conviene apretar más.
Paso por el kilómetro 11,5 y me encuentro a toda mi gente volviéndome a animar a la altura de Pz. España. Además, me encuentro con compañeros del Club Atletismo Abrera que también me animan mucho, esto es genial y da fuerzas.

Llego con paso por el kilómetro 15 haciendo el último parcial en 21:12, a 4’14” el mil, pero las buenas sensaciones del principio ya no lo son tanto. Voy bien, pero la cosa ya no es igual que al principio. Tiempo total desde la salida, 1’02’59”. Voy muy bien y sin forzar.
De aquí hasta el kilómetro 20, la cosa va a peor. No voy mal, pero los kilómetros se me hacen muy largos, me da la sensación que voy a cámara lenta y el paso por cada kilómetro se me hace eterno. Hago el último parcial hasta el 20 en 21’13”, a ritmo de 4’15”, con un tiempo total de 1’24’13”. Sigo bien, pero no me puedo despistar.

Justo sobre esa altura, me encuentro con Dee, Takeda, Rokutando, Cris y Bigboy. Me animan muchísimo, tanto en el km. 19,5 como en el 21, que es el trozo de Av. Meridiana que se hace ida y vuelta. También me encuentro con mi gente que están ahí para seguir apoyándome.
Hago el paso por la media maratón en 1’28’52”. No voy mal, pero tengo poco margen para perder en la segunda media. Al mínimo problema o despiste me quedaré por encima de las 3 horas.

Al paso de la media, empieza mi primera crisis; la estomacal. Desde el paso por la media, el estómago empieza a hacerme de las suyas, con dolores y retortijones varios. Por suerte, y con ayuda de no pocas flatulencias, el estómago vuelve a su estado más o menos inicial, allá por el kilómetro 24. Por otra parte empiezo a tener ligeras molestias en la planta del pie derecho por culpa de las ampollas. El dedo pequeño empieza a dar la lata, así que procuro no pisar demasiado con el exterior y cambiar un poco la pisada.
En pocos minutos más, me encuentro pasando por el kilómetro 25, haciendo el último parcial en 21’16” y con un acumulado de 1’45’28”, llevando un ritmo medio de 4’13”, vamos bien.
Pasado este punto, nos encontramos en Av. Diagonal, dirección Glòries. Justo ahí, es uno de los puntos más calientes del circuito en cuanto a animación se refiere. Llegaba el kilómetro 28, al paso por la rotonda, y el gentío era abrumador. La calle estaba abarrotada de gente a ambos lados, y me recordaba a las típicas escenas de las vueltas ciclitas, cuando la gente se coloca en los puertos de montaña, dejando un pasillo muy estrecho por el cual van pasando los ciclistas. Esto era exactamente igual. Era impresionante pasar por el pasillo que había y todo el mundo animaba a los corredores. Estuve un buen rato con los pelos como escarpias, fue realmente fantástico. Justo a esa altura, se me une un compañero del club que me va a ayudar a tirar hasta el final.

Llegamos al kilómetro 30 con un tiempo de 2’06’43” y haciendo el último parcial exactamente igual que el anterior, en 21’16”. En este punto es donde aparece el archiconocido “muro” o el famoso “el del mazo”. Por suerte, no me encuentro con ninguno de ellos, pero el cansancio empieza a hacerse notar y las piernas pesan mucho más que antes. De respiración sigo yendo más o menos bien, pero la cosa empieza a ponerse seria. Como dicen, la verdadera maratón empieza en el km. 30… doy fe.
La planta del pie derecha empieza a molestarme y a dolerme de manera seria. El dedo pequeño lo voy aguantando más o menos bien, pero la zona interior, justo en la zona debajo del dedo gordo, al llevar varios kilómetros apoyando más esa zona, también se me empieza a resentir mucho, y noto una ampolla de dimensiones importantes apareciendo en esa zona.
Desde el 30 hastsa el kilómetro 35, es el trozo más “aburrido”. Es la zona de la plaza y donde hay menos público. Aun así, y gracias a la plataforma twittera “ajudan’s a superar el mur”, se reúne bastante gente, haciéndose algo más llevadero todo ese trozo.
Empiezo a ir justito de fuerzas y voy perdiendo fuelle, me lo noto. Las piernas empiezan a no obedecerme como yo quiero, pero intento seguir tirando sin perder mucho tiempo. Llegamos al kilómetro 35 en 2’28’30”, haciendo el último parcial un poco más lento en 21’48”, a 4’22” el mil.
Llegamos al avituallamiento pasado el kilómetro 35, justo al paso por Arco del Triunfo y empieza mi tortura. Las fuerzas me van abandonando a cada paso que doy, y pinchazos en la planta del pie, como si me clavaran cientos de agujas y el dolor me sube por la pierna.
El compañero de club empieza a percatarse de que no voy bien e intenta darme ánimos y me va hablando para que intente no aflojar. Le digo que voy justo y que me duele muchísimo la planta del pie, pero que no voy a parar e intentaré aguantar al ritmo que pueda.
Es la parte más dura del circuito, la subida de Av. Paral·lel y de la calle Sepúlveda, desde el kilómetro 38 al 42. Aflojo muchísimo el ritmo, algo así como 1 minuto más por kilómetro. No lo puedo evitar, mi cabeza quiere tirar, pero mi cuerpo no obedece. El cansancio y el dolor supera mi fuerza de voluntad y veo claramente que mi objetivo se me escapa. Me adelanta algún conocido y un compañero de mi club, y me dice que le siga, pero le digo que tire que no puedo seguir al ritmo.
Llego al kilómetro 40 sufriendo muchísimo en 2’53’06”, perdiendo cualquier oportunidad de bajar de las 3 horas. A esta altura me resigno y llego como buenamente puedo a la meta, aguantando unos pinchazos en el pie que me hacían ver las estrellas. Entre eso y el cansancio, mi visión no era del todo clara, con lo que intentar visualizar a mi gente entre toda la multitud que se concentraba en los últimos metros de la carrera, no era una opción. Si me habían gritado en los últimos dos kilómetros, ni me habría enterado.
Llego a meta cruzando la alfombra ya andando. Me cuesta no pocos minutos recuperarme de darme cuenta de que he conseguido terminar una maratón, aunque no en el tiempo que tenía previsto. Tiempo real final: 3’05’38”, a una media de 4’24” el mil.
Después de que me entregaran mi merecida medalla, coger una botella de agua, una de powerade y medio platano, me siento unos minutos en una escalera hasta recuperarme un poco. Después bajo caminando unos metros hasta que me encuentro con Ainara y mi cuñado, y nos sentamos en un banco hasta que vuelvan los demás, que siguen esperando a que lleguen el resto de compañeros del club.

Y con esto, poco más tengo que añadir a toda esta odisea a la que quise embarcarme el año pasado, y la que he conseguido realizar, pese a no conseguirla en el tiempo marcado.

Ahora, en frío, estoy muy contento de lo que he conseguido y satisfecho por todo el trabajo hecho hasta el día de hoy. Quizá otro año, no a corto plazo, vuelva a intentarlo, quien sabe, pero por el momento, toca un merecido descanso.
Y sólo me queda dar las gracias a toda la gente que se ha preocupado y ha querido ayudarme, en mayor o menor medida a superar este reto que me había propuesto. A toda la gente que ha madrugado un domingo para animarme y seguirme por diversas calles de Barcelona, dándome esos gritos de ánimo. Muchísimas gracias.